lunes, 18 de marzo de 2013

CIRCUITO A, EXPERIENCIAS

15/03/2013 El circuito A, características y experiencias.


Hoy, viernes 5 de marzo, he estado realizando prácticas en el circuito A del servicio de urgencias del Hospital Fundación de Alcorcón.

En este servicio, se atiende a un tipo de personas que por su sintomatología y patología, no precisan de cuidados en el momento, ya que son pacientes más leves. Son pacientes de este tipo los que vienen por un dolor tras un golpe, los que padecen bronquitis respiratoria, algún proceso infeccioso o febril, los que han tenido una reacción leve a algún producto químico, gastroenteritis...etc. 


Hay muchos tipos de pacientes que acuden a urgencias y la mayoría de ellos terminan siendo atendidos en esta área del servicio. En mi opinión, este servicio existe, en gran medida, por el mal uso que gran parte de la población hace de las urgencias hospitalarias; ya que el 90% de las patologías que se atienden, podrían ser resueltas a nivel de Atención Primaria.

Este apartado de urgencias está formado por una sala de espera, unos aseos para pacientes, un box donde trabaja la enfermera y tres consultas de medicina.

Los pacientes que vienen directamente del triaje son clasificados dependiendo de su nivel de urgencia (dentro de la característica de padecer patologías leves). Los informes de éstos son colocados dependiendo del color  en unos cajetines dentro del box de enfermería: azules y verdes corren menos prisa (normalmente 1 hora o más) y amarillos y rojos más (desde el mismo instante hasta 10 minutos). Aunque normalmente, el momento de atención dependiendo de los colores no se cumple bien del todo por la acumulación de personas en el circuito.

Los informes almacenados en estos cajetines son analizados por los médicos en sus consultas para conocer a cada paciente. Después, se le llama para entrar a la consulta y realizar la entrevista. Más tarde, cuando termina, éste vuelve a la sala de espera y el médico devuelve el informe al box de enfermería. Se coloca en otro cajetín dedicado a la enfermera con todas las pruebas y cuidados que cree el médico oportuno para dicho paciente.

Posteriormente, la enfermera realiza los cuidados delegados por parte del médico. A menudo, éstos piden analítica de sangre, por lo que una labor de enfermería casi sistematizada en este circuito es la obtención de una vía venosa periférica por dos razones: la obtención de la analítica de sangre y el hecho de tener un acceso venoso para la administración de medicación IV.




En otros casos, como infecciones urinarias, dolores por caídas, etc. En lugar de esto se realizan otro tipo de pruebas o la administración de medicación intramuscular, etc. Sin embargo, las analíticas de sangre son las pruebas más solicitadas. En mi opinión, esta técnica diagnóstica se realiza aproximadamente al 90% de los pacientes que vienen al circuito A.





Después de las pruebas y de ver los resultados de la medicación, la mayoría de pacientes mejoran y se pueden ir de alta, por lo que nuestra labor con ellos termina. Pocos pacientes no evolucionan a mejor según mi experiencia, por lo que no he podido vivenciar dónde se les envía en tal caso. He de imaginar que sería a un box de urgencias para evaluar su desarrollo y proporcionarle un cuidado más integral. De hecho, aunque no he podido verlo, según mi criterio sería la opción más lógica.

En el circuito A, la labor de enfermería se encuentra muy automatizada a mi parecer. La enfermera se encarga de realizar las pruebas diagnósticas, las técnicas oportunas, de administrar la medicación, del registro y de poco más. De hecho, la relación paciente-profesional es muy pobre en este servicio, no por la falta de interés, si no por el tiempo disponible para ello.

La verdad, es que una de las partes que a mi más me gusta de este trabajo es la capacidad y la oportunidad que tiene la enfermera para poder relacionarse con los pacientes, y a su vez, que éstos compartan sus sensaciones y sentimientos. Sin embargo, como he dicho, en el circuito A, este apartado es mucho más pobre y más corto en el tiempo, por lo que es una parte que he echado de menos el día de hoy.



He de confesar, que en muchas ocasiones, por la excesiva carga de trabajo que se origina, he recibido pacientes a los que he realizado pruebas diagnósticas o administrado alguna medicación, sin conocer ciertamente el por qué y el para qué de las mismas. Este hecho, me produce un dilema moral, ya que en muchas ocasiones quiero trabajar rápido para atender a todos los pacientes, pero a su vez, necesito conocer las razones por las que debo realizar las técnicas, y no solo porque un médico u otra enfermera me de la orden.




Por otro lado, visto que gran parte del trabajo en el circuito A se dedica a la administración de medicación, quiero dedicar un apartado a los medicamentos que más se utilizan en dicho servicio. En el día de hoy han venido muchos pacientes con una gran variedad de patologías y sintomatologías, para las cuales, los medicamentos más usados han sido:

  • Omeprazol: se trata de un inhibidor de la bomba de protones  que regula la secreción ácida en el estómago. Su utilidad a nivel clínico es para el tratamiento sintomático y de mantenimiento a largo plazo de la esofagitis por reflujo esofágico, úlcera gástrica y duodenal y síndromes hipersecretores. Sin embargo, en urgencias, he comprobado que su uso más común, es el tratamiento y prevención de alteraciones del tracto digestivo alto asociadas al consumo de AINES (forman partel habitual como complemento en la mayoría de los tratamientos analgésicos). Este principio activo muestra todo su potencial cuando la secreción ácida está activada, por lo que se recomienda su administración junto con comida.


  • Metoclopramida: es un fármaco bloqueador de los receptores dopaminérgicos D2 que produce una acción antiemética. Esta acción se ve complementada por un efecto procinético basado en su actividad como agonistas de receptores serotoninérgicos 5-HT, lo que se traduce en un incremento del tono del esfínter esofágico inferior, relajación del pilórico, reducción del tono basal duodenal, facilitando el vaciamiento gástrico y estimulando el peristaltismo. Por todo esto, resultan muy útiles en el tratamiento de las náuseas y los vómitos de diversa etiología. Los principales efectos adversos que deben ser objeto de vigilancia están relacionados directamente con la dosis y su capacidad de acción en el sistema nervioso central, especialmente en caso de niños y ancianos. Sus principales signos negativos son la sedación, la somnolencia, desorientación y los famosos síntomas extrapiramidales (acatisia, discinesia tardia, parkinsonismo, distonía, trismo, tortícolis, espasmo facial, potenciación de los efectos adversos del litio, fenotiazidas y levodopa).


  • AINES: son fármacos anti-inflamatorios no esteroideos que se utilizan en gran medida por su capacidad analgésica. Hay de dos tipos: a) inhibidores de la COX-1/COX-2, y b) inhibidores selectivos de la COX-2. Existe escasa relación entre la dosis y el incremento de la potencia analgésica. Sin embargo, no todos tienen la misma potencia analgésica, siendo más potentes el ketorolaco y el metamizol. Dentro de este grupo, en el circuito A de urgencias, los más utilizados son: el dexketoprofeno, el diclofenaco, el metamizol, el ibuprofeno y el paracetamol. Todos ellos, poseen, además de una acción analgésica, una acción antitérmica y una acción antiinflamatoria. Hay que tener cuidado por su toxicidad, sus lesiones gastrointestinales, la reducción de microcirculación sanguínea con isquemia tisular y el menor aporte de nutrientes para la reparación hística. En el circuito A se emplean, en gran medida, para paliar dolores musculares de espalda (lumbalgias, coxalgias y dolores cervicales) y dolores post-trauma leves y moderados (caídas, golpes, etc.).


  • Amoxicilina: se trata de una penicilina de amplio espectro. Se emplean, principalmente sobre bacterias grampositivas y gramnegativas. Su mecanismo de acción bactericida tiene lugar tras la unión de las proteínas de unión de las penicilinas de la membrana bacteriana, consiguiendo la inhibición de las etapas finales de la síntesis del peptidoglucano o mureína de la pared bacteriana. En cuanto a los efectos adversos, hay que comentar que son antibióticos muy bien tolerados en general, pero tienen numerosos efectos adversos como: molestias gastrointestinales (dispepsia, glositis, estomatitis, diarreas), hipersensibilidad, aumento de las transaminasas, alteraciones hematológicas (anemias, neutropenia, alteraciones en la función plaquetaria...), nefritis intersticial, encefalopatía... En el circuito A se emplean, sobre todo, en infecciones respiratorias y urinarias.


  • Nebulizadores (salbutamol, budesonida y bromuro de ipratropio): son fármacos broncodilatadores cuya característica común es relajar la musculatura lisa bronquial, en aquellas enfermedades quje, independientemente de su etiología, cursan con obstrucción al flujo respiratorio producido de forma crónica y persistente o episódica y recidivante. Así, se intenta aumentar el diámetro de la luz bronquial, especialmente en las situaciones en las que la actividad contráctil está patológicamente alterada. Se dividen en varios grupos dependiendo de su mecanismo de acción y sus efectos adversos son muy diversos, por lo que hay que prestar especial observación en su administración. En el circuito A, se emplean en la gran mayoría de ocasiones, para obstrucciones por bronquitis aguda o crónica reagudizada.


  • Metilprednisolona:  es un fármaco glucocorticoide creado a partir de la estructura básica del cortisol. La unión glucocorticoide-receptor citoplasmático estimula la transcripción de ARN mensajero a ARN ribosomal y con ello la inhibición o estimulación de diferentes procesos enzimáticos celulares. Sus efectos adversos aparecen por la administración continuada de dosis elevadas de fármaco o por su administración durante largos períodos sin descanso. Son: alteraciones digestivas (episodios hemorrágicos y úlceras), endocrinas (diabetes, inhibición del crecimiento óseo, síndrome de cushing...), cardiovasculares (riesgo de enfermedad cardiovascular), oftalmológicas (cataratas y glaucoma), musculoesqueléticas (osteoporosis, miopatía), dermatológicas (equimosis y eccemas), sistema nervioso central (euforia, insomnio, ansiedad, hiperactividad...) y del sistema inmunológico (riesgo de infección). En el circuito A, he podido presenciar cómo se administra en varias ocasiones por reacciones alérgicas a productos químicos y como medida antiinflamatoria.





Todos estos fármacos nombrados anteriormente, se suelen administrar por vía intravenosa, salvo algunas excepciones: la metoclopramida, el dexketoprofeno, el diclofenaco y la metilprednisolona se suelen administrar también por vía intramuscular; el ibuprofeno por vía oral; y los broncodilatadores se administran por vía inhalatoria.


Con todo esto, se puede deducir que el trabajo del circuito A es bastante estructurado, siendo la enfermera sobre todo un medio para la realización de pruebas y técnicas. A mi parecer, es un área de urgencias donde no se puede llevar a cabo de la forma que a mi me gustaría ese trato holístico que debemos dar a los pacientes. Sin embargo, como punto positivo, me parece bien recalcar que es un lugar donde se adquiere una gran habilidad a la hora de realizar ciertas técnicas (como insertar vías venosas periféricas). Gracias a esto, he podido adquirir algo más de habilidad, que estoy seguro que me servirá en gran medida para mi futuro como enfermero.




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

  • Castells Molina S., Hernández Pérez M. Farmacología en Enfermería. 2 ed. . Madrid: Elsevier ; 2007.
  • Vademecum Internacional. 49 ed. Madrid: Medicom Editorial; 2008.

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